La maternidad, el sueño que se quedó en el siglo pasado y que ahora tan solo es un efímero recuerdo.
Por: Luisa Fonseca
El planeta, mi felicidad, mi carrera, sin dinero, mi estilo de vida, mis amigos, la estética del cuerpo, son algunas de la razones por las cuales los jóvenes ya no piensan en ser padres y aunque muchos han crecido con la convicción de que la familia es lo más importante y tener hijos es el legado que se deja en este mundo, muchos de estos mismos jóvenes se han replanteado este pensamiento no sólo porque su instinto materno o paterno es inexistente sino también porque al ver la sociedad y las dificultades que conlleva vivir en esta, terminan desmotivados y dejando la disyuntiva de ser padres en el olvido.
Las diferentes posturas frente a ser o no padres en la actualidad están en dos extremos, unos piensan que ser padres es dejar la vida de lujos, la tranquilidad emocional y los amigos de lado, y otros piensan que los hijos son el complemento para tener una buena relación, piensan que sin hijos la vida es infeliz y que incluso el matrimonio terminara afectado por no traer un fruto a este mundo. Con estas opinión tan opuestas las críticas siempre llueven al momento de hablar de concebir, pero la realidad es que de estas críticas de bandos opuestos es importante rescatar algunas cosas, de las críticas más comunes a quienes no quieres hijos es que son egoístas y que deben tener un hijo para experimentar la felicidad y aunque de esto solo se puede decir que un nuevo integrante proporcionará un nuevo ambiente y quizás nuevas experiencias, del otro lado se rescatan aún más cosas, porque en el pensamiento de no traer hijos es donde se encuentra el lado racional y argumentado de la historia, ya que en muchos estudios acerca de la contaminación que genera un ser humano en su vida se evidencia y justifica con datos y hechos el porqué no se debe contribuir con el deterioro del planeta sin olvidar que actualmente hay sobrepoblación en muchos lugares, lo que genera una disminución de la calidad de vida e índices de pobreza aún más altos.
De igual forma, no se puede olvidar que los hechos que viven los jóvenes son irrefutables, puesto que el pensamiento actual de gran parte de la población va dirigido a la vida profesional, y con la creciente demanda de experiencia y muchos estudios lleva a que gran parte de las mujeres pongan su carrera y vida profesional por delante de sus sueños o pensamientos de ser madre, no solo porque prefieren posponer esta etapa para un futuro sino porque considera que la calidad de vida y la tranquilidad emocional prevalecen y estas dos se logran con dinero, trabajo, estatus social, estilo de vida que para muchas un bebé puede obstaculizar esta meta.
Por otra parte se deben tener en cuenta que los datos no mienten y que más del 55% de los colombianos no desean tener hijos, esto basado en un estudio de la Universidad de la Sabana, con estos datos vemos que en un contexto social netamente catolico y basado en familias numerosas, el pensamiento de no tener hijos prevalece por encima de cualquier otro, y aunque muchos jóvenes son juzgados por renunciar con métodos anticonceptivos irreversibles a ser padres son actos previamente analizados y discutidos en pareja, en donde se tiene en cuenta el contexto social, el estado medio ambiental, la economía familiar y por su puesto la vida profesional de ambos, ya que muchos dicen que no sería justo traer un niño a pasar hambre y vivir en extrema pobreza solo por un capricho de ser padre, o esta el otro lado en donde dicen traer un bebé es para disfrutarlo y vivir cada etapa y no para pasar días enteros trabajando para ver como se saca adelante al niño.
Todas estas situaciones son el reflejo de la sociedad colombiana y mundial, ya que a lo largo de los últimos años se ha generado un movimiento llamado “ginks” (Green Inclination, No Kids), en donde se promueve a renunciar a tener hijos en razón del daño medioambiental, esto lo sustentan con datos, en donde se evidencian que un niño genera 60 tonelada de CO2, por lo cual al no tenerlo se le está dando vida al planeta y también se evita más sobrepoblación, además dentro de los aspectos de vida, ya sean viajes, lujos o actividades cotidianas, tener un hijo es la acción con mayor impacto de emisiones de dióxido de carbono, por lo cual al evitar tenerlo tendrá un mayor efecto que cambiar un auto común a un híbrido, o comprar energías renovables. Teniendo en cuenta esto con una acción tan mínima y que cualquiera puede tomar se ayuda mil veces más al planeta que dejando de comer carne o cambiando de carro.
Con esto queda un poco más claro la decisión de no traer una nueva vida al mundo y el porqué esa idea de la familia grande con muchos hijos se ha ido desvaneciendo en las nuevas generaciones, no sólo en razón de una mejor calidad de vida sino porque el planeta está pidiendo que hagamos un alto en el camino y analicemos a conciencia de cómo están las cosas y si queremos traer un bebé para exponerlo a tantas precariedades.
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